18.4.06

Cesantía


Cifras, seguros, indiferencia. Mucho se habla de la cesantía y cómo afecta el desarrollo pleno de las personas y el bienestar de la sociedad. Cómo deriva en los siete pecados capitales, en sodoma y gomorra, y si la culpa es del mercado o del estado o del pescado o quién sabe de quién. Sin embargo, hay más detrás... de la cesantía.
El "cesante" se entiende como aquél que ha quedado sin trabajo y punto. Pero, ¿qué implica esta nueva situación para el que se encuentra cesante? Nadie busca la cesantía en sí. Muchos hay quiénes abogan por una vida libre de restricciones y compromisos, sin embargo, tienen para sí objetivos y metas que se convierten en la fuente de inspiración de su movimiento cotidiano. El logro de tales, así como de los medios para seguir vivendo bajo condiciones que se lo permitan, los descartan de la categoría en mención y se convierten, igualmente en trabajadores, o así se les puede considerar. En cambio, el cesante, ha dejado su actividad y se encuentra en el limbo dil laburo. Pero más allá de dejar de percibir la renta (e imponer por ella), se ve sumergido en una esfera en que sus potencialidades se estancan.
El trabajo nos permite no tan sólo techo y pan, sino alma y sabiduría. En éste, tenemos la posibilidad de desplegar nuestras capacidades, sacar a flote los talentos, iluminar con nuestra brillantez, servir con nuestro sudor. Sea con un rastrillo, detrás de las monedas, al volante, café en mano, al teclado, con toperoles, con la pluma, al mando, en la Cruz, etc, ad eternum y desde siemprem. Sea cual fuere el oficio, profesión, vocación, en ellos tenemos esas posibilidades y tantas otras. Por ello, la cesantía no afecta simplemente el bolsillo, es más, me atrevería a afirmar que como regla general no está allí su principal defecto-consecuencia. Sino, es un profundo vacío en el que aquél quien ha cesado, ve un horizonte oscuro y en las profundidades de su consciencia, no por razón sino por esencia, se ve impedido de llevar a cabo sea cual fuere su misión, su aporte, su grano. Allí, entonces, la importancia de la fuerza laboral y el bienestar social que produce su máxima realización.
Claramente no siempre accedemos al trabajo que nosotros creemos se adecua mejor a nuestras potencialidades (¡puesto que hay gente que simplemente, no sabe elegir!), sin embargo, tenemos siempre la capacidad de sacar el máximo provecho de aquél para entregar lo mejor de nosotros. Valga entonces, un recordatorio a quiénes tienen, tuvimos o tendremos trabajo:

"Maestro, ¿cuándo voy a poder hacer lo que yo quiero?"
"Cuando quieras lo que haces..."
(Silencio)

1 comentario:

Nico Ibieta dijo...

Gracias estimado. Mucha oración y esperanza...
Cómo diría el gran Tío Rico:

"Los billetes ya vendrán"