10.5.06

Educación y Vida

A propósito de una nueva carta al director de El Mercurio de la profesora Alejandra Carrasco, del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica me nace esta reflexión. A pesar de los esfuerzos de la profesora y el de tantos por defender la vida, nuestro país parece sumergido en una corriente mundial en que domina la aplicación de leyes que promueven el divorcio, el aborto, la eutanasia, el matrimonio homosexual, la clonación, etc. La historia y pasos de nuestras autoridades así lo corroboran y no se avizoran cambios en otra dirección. Por ello, parece tarde la discusión epistemológica alrededor de éstos y otros temas. Más adecuado resulta, en cambio, un esfuerzo adicional en materias de educación.
Es de esperar que las políticas futuras en estas materias estén regidas por el compromiso de brindar la capacidad a los establecimientos educacionales (lamentablemente la mayor cobertura sigue en manos del estado) de entregar la mayor cantidad de información a los niños, así como profesionales de eximias condiciones (no sólo suficientes) para guiar sus pasos y confrontar posiciones. De esta manera, esperamos dejar atrás la tutoría estatal y la imposición a raja tabla de contenidos y criterios de enseñanza.
En tiempos en que la información crece minuto a minuto, tanto en cantidad como en rangos de calidad, y en que las herramientas para acceder a ella son cada vez más accesibles (aún cuando las políticas gubernamentales no lo favorezcan), la educación se va transformando cada vez más en un proceso guiado en que el formando es su propio filtro y ya no en una transmisión mecánica de ciertos conocimientos de generación en generación.

Por último, revalorar a la familia como el principal núcleo de formación de nuestros niños, como la fuente de nuestra sociedad y como el espacio de mayor crecimiento para quiénes tendrán en el futuro, la responsabilidad de asumir compromisos con unas u otras fuentes de conocimiento y aplicarlos en las normas que regirán nuestras relaciones con estas materias de vida, se convierte en un imperativo para lograr la defensa de aquello que consideramos fundamental para la vida. Agradecemos los esfuerzos de quiénes aportan en la discusión a nivel de la Academia, sin embargo, los frutos de tales confrontaciones de ideas se deben traducir en la formación de los niños y en una nueva valoración de la vida.

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